miércoles, 3 de febrero de 2016

¿Todavía alguien se cree que los medios digitales somos inferiores?

“Si no sois un medio de comunicación empresarial constituido, no os podemos dar pases”. Así de claro nos dejaron las cosas los encargados de acreditar a la prensa del Valencia CF, por descontado no era culpa suya, son normas de la LFP y de la UEFA. Con esa respuesta a uno se le queda cara de tonto cuando, después de mucho esfuerzo, tiempo y dinero, levanta un proyecto de programa de radio en una emisora comunitaria, y se topa con un muro granítico que le impide desarrollar su afición. Sin duda, todavía no se han dado cuenta las grandes empresas o los grandes organismos que los blogs, los videos de youtube y en nuestro caso, la radio on-line, son el futuro imparable.

Por otro lado, con medidas así, tan sumamente restrictivas, impiden que medios pequeños, ajenos por completo a los mass medias y al pliegue a los deseos de quien paga, puedan trabajar e informar con verdadera imparcialidad. ¿O es que tal vez la imparcialidad y libertad de los medios es lo que les puede causar en última instancia el temor?. No somos una emisora grande, ni nos planteamos serlo, en realidad somos un lugar donde la gente expresa lo que desea, donde se realizan programas que difícilmente tendrían cabida en las emisoras comerciales (aunque sin duda, y viendo las descargas de ciertos programas, se deberían plantear introducir en sus programaciones espacios radiofónicos diferentes). Internet ha permitido que los temas que tratan los programas no se circunscriban a la estructura y temática habitual de la radio convencional, han logrado asomarse a espacios casi vírgenes como el rol, los videojuegos o la cultura friki (entiéndase friki como algo positivo). Pero no sólo eso. Carne cruda es uno de los mejores ejemplos.

El programa, después de pasar por la Cadena Ser, no iba a tener continuidad en otras emisoras debido a su absoluta libertad. Con todo, Javier Gallego, voz y cerebro del espacio, optó por Internet, por las posibilidades que aportaba a la libertad de expresión, y también al mecenazgo: si los oyentes te quieren y desean que sigas en antena, te ayudarán a mantener el proyecto. Y así fue. Seguramente si Javier hubiera necesitado imperiosamente unas acreditaciones para ver un partido de fútbol, tampoco se las hubieran dado.

La prensa normal, la que está en periódicos en papel o la que se emite por sus ondas hercianas, muchas veces tiene que ser flexible con su ideario, tener presente que hay ciertos temas o punto que es mejor no tratar, algunos ángulos de vista que es mejor no tener y por descontado, que la audiencia manda, pero para poder pedir mejores tarifas a sus anunciantes. Las radios libres no viven de sus oyentes, en todo caso sus oyentes están implicados en el proyecto porque saben que lo que van a encontrar está más cerca de la realidad tangible y sin maquillar que en otros lugares. No quiero decir con ello que la prensa escrita o las emisoras estén llenas de cesura y exhiban informaciones falsas, sino que cuando no se tiene ninguna presión, las cosas se pueden hacer en un marco de mayor distancia. En un programa realizado para subirlo a la red, aunque estés en una emisora, puedes extenderte lo que gustes sobre un tema, no tienes que ceñirte a al tiempo que te pone tu director, puedes hablar el tiempo que creas que debes hacerlo para explicarte bien o dar toda la información tengas.

En la radio comercial hay unos tiempos, lógicos, que deben cumplirse por publicidad o por otros contenidos. Todavía recuerdo, hace bastantes años, escuchar a un joven con voz cálida por Internet que me parecía ameno, divertido y con una visión cercana a la tendencia central. Alguien que decía las cosas sin exabruptos, ¿quién iba a pensar que algunos de los mejores programa de radio estarían en la red?. La Cafetera, con el gran Fernando Berlín, revolucionaba, de forma silenciosa para la gran masa social, las formas, los tiempos y el medio dónde contar la realidad. El programa podía considerarse al mismo nivel que los de Iñaki Gabilondo o Luís del Olmo, ¿sus diferencias?, unos lo hacían llenos de medios a su alcance, con reporteros, con enviados especiales y con unas emisoras fuertes y sólidas a sus espaldas. Fernando lo hacía, y lo sigue haciendo, con sus medios, pero con mucha destreza, con la misma calidad y capacidad de comunicar que los otros dos titanes.

Sin duda la utilización y utilidad de Internet es incuestionable, los periódicos digitales o los blogs alcanzan cifran enormes, todavía lejanas de su hipotético techo, pero que mantienen el pulso y siguen creciendo. En un medio digital, o una radio, puedes tener todas las secciones que gusten, puedes hablar de mil cuestiones, comprobar in situ si un tema atrae la atención de los lectores u oyentes por el feedback que se genera. No creo que el futuro deslice la balanza hacia los medio digitales como único soporte, y realmente espero que no sea así, porque a mi me sigue encantando poder escuchar la radio en Fm, con grandes medios y excelentes profesionales, también me sigue maravillando tocar un periódico o revista y poder guardarla en casa, pasar las páginas y volver a las que más me interesen en un momento. Lo que sí espero, y de verdad deseo, es que los dos formatos, el digital y el físico o analógico, coexistan y se les de la importancia que tienen.

Que se contemple el valor que tiene realizar programas pequeños, pero preñados de ilusión, con el mismo rigor y las mimas ganas de trabajar que el resto. Por cierto, tanto Fernando Berlín como Javier Gallego tienen un premio Ondas, tan mal no lo deben hacer entonces. Y hay que recordar que un medio con eldiario.es, que nació en la red, es uno de los mejores sitio donde se puede comenzar a dar salida a estos proyectos radiofónico, como ya hacen. Al final nos quedamos sin pases, pero a la vez que hacíamos la petición al Valencia CF también lo hacíamos al Valencia Basket, que nos dijeron que sí sin poner problemas. Viendo los encuentros del equipo de baloncesto descubrimos que muchas webs, radios on-line y prensa en papel trabajábamos allí, normalizando lo que debe ser normal.

Javier Caro.

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